LA MOVILIDAD CON PERRO GUÍA
El perro guía es un instrumento de movilidad personal (intransferible y monoplaza). Una de las características de la movilidad con perro guía es que la persona ciega no tiene contacto físico con el entorno, se eliminan las referencias táctiles que puede obtener con el bastón (línea del edificio, farolas, etc) y ha de utilizar las referencias auditivas o cambios de superficie para poder determinar su situación en el entorno. Los únicos puntos de referencia y orientación, que se mantienen estables en el entorno, son el tráfico, los bordillos, los cambios de superficie, otros sonidos (tiendas, etc) u olores (panadería, Kiosco, etc). Por esta razón se adiestra al perro guía siguiendo el principio de la línea recta, para facilitar la movilidad independiente y segura de la persona ciega. Siguiendo este principio se enseña al perro guía a caminar en el centro del pavimento, manteniendo su concentración y una tensión suficiente para que pueda ser percibida por la persona ciega a través del arnés. El perro deberá mantener dicha línea de desplazamiento hasta que el amo decida un cambio de dirección (una vez alcanzado el bordillo, por lo general) o bien el entorno le impide continuar. El perro ha de continuar en línea recta y negociar cualquier obstáculo que pueda aparecer en su camino, desviándose a derecha o izquierda dejando suficiente espacio para su amo, y volviendo a recupera la línea de desplazamiento tan pronto como sea posible.
El perro guía aprende a parar en los bordillos donde esperará la orden de su amo para continuar o bien realizar un giro (derecha o izquierda). La persona ciega tiene la responsabilidad de decidir cuando se puede realizar el cruce de forma segura, para ello ha de escuchar atentamente el fluido del tráfico y dar la orden al perro en el momento en que no hay tráfico, en caso de duda el usuario deberá solicitar la ayuda de una persona vidente para garantizar la seguridad en el cruce. El perro no tiene capacidad para decidir cuando es el momento seguro para cruzar, dada la complejidad y gran volumen de tráfico en nuestros días, con vehículos cada vez más rápidos y silenciosos. Otro modo de garantizar la seguridad en los cruces es la utilización de pasos elevados o subterráneos (aunque en ocasiones pueden entrañar problemas de orientación) y la utilización de cruces regulados por semáforos (una vez que se conoce la secuencia de los mismos).
Con demasiada frecuencia nos encontramos con personas que están convencidas de que es el perro guía quien decide cuando resulta seguro cruzar. Debemos dejar bien claro que esto no es así, el perro no está adiestrado para identificar el cambio en la señal luminosa para peatones (rojo/verde) ni tiene posibilidad de llegar a comprender la complejidad del tráfico en nuestros días, con tráfico muy rápido y silenciosos. No obstante durante el adiestramiento se trabaja con el tráfico, en situaciones artificiales y controladas, para hacerle comprender al perro que un vehículo aproximándose significa peligro, en un principio el perro, por propio instinto de supervivencia, evitará aquellas situaciones que amenacen su vida, pero está respuesta no es fiable. Cualquier ruta, conocida o nueva, se puede desglosar en líneas rectas. La persona ciega deberá contar bordillos (subida o bajada) o cruces, para determinar en que punto debe realizar los giros.
Pero no todo es un mundo de rosas con el perro guía, con frecuencia uno descubre la cantidad de perros que hay en la calle, la existencia de gatos y palomas en nuestras ciudades, la cantidad de basuras que hay en algunas aceras, la gran cantidad de olores en las esquinas que atraen al perro. El usuario necesita controlar estas distracciones para poder disfrutar de una movilidad fluida y relajada, de lo contrario el trabajo del perro se deteriorará con gran rapidez. Además el perro no es un robot al que se le aprieta un botón y te lleva al banco sin más complicaciones. El usuario ha de mantener el control de su desplazamiento en todo momento, dándole al perro las ordenes que procedan para llegar al destino establecido y corregir cualquier error que pueda cometer, si se salta un bordillo deberá pararlo y repetir la aproximación; si tropieza con una farola deberá corregir al perro e indicarle que debe dejar más espacio (el perro ha de aprender que su amo, al final del arnés, es una prolongación de su propio cuerpo). Además la tenencia de un perro guía conlleva una serie de responsabilidades, atenciones, cuidados y gastos que ha de afrontar la persona ciega (cepillado, alimentación, ejercicio físico, veterinarios…) Desde el momento en que se tiene un perro guía se necesitará aprender nuevas rutas, al veterinario para realizar los chequeos semestrales, al parque para el ejercicio, a un área donde el perro pueda hacer sus necesidades al tiempo que se necesitará mantener dicha área limpia.
Otro aspecto importante a considerar es la estrecha relación que se establece entre amo y perro, afectiva y de dependencia mutua diríamos. Ambos comparten 24 horas al día durante 8 o 9 años, esto crea unos fuertes lazos de unión que pueden causar una profunda tristeza, ser una experiencia traumática, cuando llega la hora de retirar al perro, sufre una enfermedad o se muere ( en muchos casos la persona sufre más esta perdida que la de otros seres queridos), este es un aspecto que no siempre se valora o considera a la hora de solicitar un perro guía, y que podemos poner en la balanza de inconvenientes del perro guía.
Por lo general la movilidad con el perro guía resulta menos estresante para la persona ciega dado que se reduce el número de decisiones que ha de tomar. En los desplazamientos con el bastón la persona ciega ha de analizar y procesar la información que obtiene en cada uno de los movimientos del bastón y decidir si es seguro continuar o en que dirección debe desviarse para negociar el obstáculo y continuar el desplazamiento de forma segura. Con el perro guía la cantidad de información a procesar se reduce y el perro utiliza su iniciativa para resolver algunas de las situaciones más comunes (se mueve a derecha o izq. dejando espacio suficiente para su amo en presencia de un obstáculo en el pavimento, continua en línea recta y se para al alcanzar un bordillo o escalón para indicárselo a su amo) reduciéndose de este modo el número de decisiones que debe tomar el amo y haciendo así el desplazamiento menos estresante, más relajado.
Es responsabilidad de la persona ciega el saber como se llega de un punto a otro y el tomar referencias del entorno en todo momento para conocer su posición y saber como continuar para alcanzar su objetivo en la ruta.